Comentarios, artículos y entrevistas
Sistema de Comunicación para la Paz – Sipaz
Jafeth Gómez:
Cronista gráfico de la caucanidad
Enviado el Thursday, 07 April a las 19:09:35 por Monica
“El Cauca, río que cuando pasa por Cali pierde la u, es el río emblemático del departamento al que le da su nombre; tierra sureña de Colombia donde nació Jafeth Gómez, un artista campesino que trascendió los límites de su vereda La Mesa, municipio de Patía para mostrar su arte comprometido con la historia de su región, gloriosa en su pasado aristocrático venido a menos, pero en la que también cuenta el presente, que las comunidades indígenas engrandecen con sus propuestas organizativas y realizaciones reconocidas a todos los niveles.
Argelia, Abril de 2005. Sipaz/Nodo Cauca. Por: León Octavio Osorno
El arte de Jafeth es una suerte de crónica gráfica de los procesos que indígenas y campesinos caucanos realizan, dejando en su desarrollo la impronta de la sangre que durante más de cinco siglos han aportado a la causa liberadora, mejor llamada RESISTENCIA por ellos, que ahora dan lecciones de dignidad a unos dirigentes políticos que no conocieron esta materia fundamental para alcanzar la grandeza de los pueblos.
En la afueras de Popayán, Jafeth tiene su finca en la que cultiva su arte con la asesoría de las gallinas, conejos, patos y los cultivos que le recuerdan su origen campesino motivo de su orgullo, legado que han heredado sus hijos, salvados de la frivolidad consumista y farandulera de la juventud actual por su estilo de vida arraigado en la autenticidad, quienes colaboran en las labores del taller IkONA de vocación comunitaria cuya sede es la misma casa donde continúan su crecimiento como plantas endémicas de la vereda El Sendero.
Mirar la obra de Jafeth es reconocer que la caucanidad es saber que hay opción de futuro en un departamento que ha sido sinónimo de pasado”.
Diario del Sur – Revista Reto
San Juan de Pasto, Domingo, febrero 6 de 2005
Jafeth Gómez Ledesma: Una fusión de magia y esperanza
Por: Marco Antonio Valencia Calle
No solo por su trayectoria, sino porque ya tiene estilo propio, porque cada obra suya tiene una historia que convoca, y porque sus pinturas, que comienzan a verse desde lo básico (el color y las formas) lo terminan a uno enrollando en torbellinos de pensamientos y debates espinosos, es uno de los mejores artistas del Cauca.
Jafeth nació en el Patía, reside en Popayán y vive del arte. Su obra ya es celebrada en Europa, especialmente en Alemania, Suiza, Suecia y Austria donde ha viajado a exponer varias veces en los últimos diez años. A nivel nacional, sus obras han servido para ilustrar cartillas de salud, evangelización, derechos humanos, novenas, poemarios, libros, afiches y murales (entre otros). Pero para ver una muestra de ellas, no hay que ir a las galerías o a su taller. Siete municipios del Cauca ya cuentan con un mural pintado para la posteridad, por este maestro de maestros.
Los murales
“Pintemos la Vida, Pintemos la Esperanza, Pintemos un Mural”, fue el lema que usaron diferentes instituciones para convocar a los habitantes de los municipios de Popayán, Rosas, Patía, Mercaderes, Bolívar y Florencia (Cauca) para pintar un mural frente a las plazas de mercado o la entrada del pueblo. Más de 300 artistas locales fueron sus ayudantes, y la temática fue consultada a la ciudadanía con la intención de recuperar los valores más sagrados de cada municipio; pero al mismo tiempo, dejando un mensaje cuestionador en temas como la niñez abandonada, la violencia, la pobreza, el desplazamiento, etc.
Periódico El Liberal Popayán, marzo de 2003
“CANTO A LA SEMILLA”
La obra de JAFETH GÓMEZ L.
En el segundo piso de una maloca de guadua a kilómetro y medio fuera de la ciudad, el maestro Jafeth Gómez colgó las 25 obras que viajarán con él esta semana para Alemania. Hasta allí llegaron decenas de amigos suyos, curiosos y periodistas para despedirlo y darle una última mirada a sus cuadros, que de marzo a junio estarán exhibidas en ciudades como Wiesbaden, Mainaschaff, Bremen, Münster, Dusseldorf, Bad, Mergentheim, Ebern, Berlín, Giessen, Arnserg.
En un lugar inusual, a una hora y día inusual (sábado 3pm) se presentó su trabajo. El encargado de inaugurar tan especial ceremonia fue el humorista y abogado Eduardo Gómez quien hizo saber a los asistentes del cuarto viaje a Europa del artista caucano, además de exaltar la fé y la importancia de un artista consecuente con la vida, el arte y sus sueños. “Jafeth es el fotógrafo que registra lo que esta pasando en nuestra historia, y allí esta el éxito de su fórmula” dijo el reconocido intelectual en su intervención.
La obra denominada “Canto a la Semilla” (lied an das samenkorn, en alemán) se caracteriza por destacar elementos de la identidad del hombre americano, además de persistir en mostrar aspectos del entorno social, como una preocupación esencial en la obra del maestro.
Le pedimos a algunos de los asistentes a la ceremonia -que incluyó además de la oportunidad para el reencuentro de los amigos, un concierto de música andina, exhibición de baile, humor y suculentas muestras gastronómicas-, que definieran la obra y vida del artista en una frase.
“Esta obra es un canto a la vida y a la tierra”Raúl Collazos (Cantautor y pedagogo); “Es respiración” (Pedronel Galíndez (poeta y filosofo); “Una obra de esperanza, de invitación al renacimiento” María Teresa Artega (Maestra en artes plásticas); “Destaco el estilo propio que pocos artistas logran. Me recuerda a Gauguin, el francés que vino a América a pintar lo nuestro con una mirada externa. Aquí estamos con uno de los nuestros viéndonos desde adentro” Orlando Torres (Escultor y docente); “Será la oportunidad para que los europeos vuelvan a ver los Andes en toda su dimensión. En los colores, las figuras, los símbolos, la idiosincrasia…” Giovanni Bohórquez (Comunicador social); “Esta obra permite reencontrarnos con el camino a la semilla, a redescubrirnos en lo esencial, en lo simple” Hugo Sarriá (Médico); “Hay un detalle en la mirada de los personajes pintados por Jafeth que conmueve, que nos dice que negros, blancos y mestizos somos iguales, somos América” Claudia Liceth Fajardo (economista); “El artista contextualiza la situación de Colombia, al tiempo que le aporta a las soluciones con propuesta concretas” Esther Hernández (Docente); “Creo que estoy viendo lo hay que ver donde hay que verlo” Diego Velásquez (músico y empresario); “La exposición con el ritual de la apertura es una convocatoria a la búsqueda de las raíces de cada una de las personas” Amparo Ussa Fernández (Profesora Universitaria); “Una muestra de vida” Juan Fernando Agredo (Miembro de la Fundación Red de Experiencias Ambientales); “Es el pintor regional con más sentido de pertenencia por su tierra. Su obra esta ligada al trabajo social, la esperanza y la búsqueda por la dignidad” Gustavo Delgado (Gestor Cultural y maestro de danza folclórica); “Es una propuesta social alternativa que retrata la etnia, no-solo del Cauca, sino de Colombia” Aura Rosmira Mosquera (periodista y docente de literatura); “El autor de estos cuadro trata de conceptuar de manera espontánea la cultura indigenista para lograr dar a conocer una identidad cultural” Felipe Burbano (Escultor); “En esta obra veo a Colombia como punta mística de América… con todos sufrimientos y sus luchas en fusión de la magia y la esperanza” Walter Hary (Gestor cultural).
Desde aquí, suerte y felicitaciones para nuestro artista.
Marco Antonio Valencia Calle – poeta y escritor
ALERIOS Domingo, abril 23, 2006
Jafeth Gomez L.
Sólo un artista que toda su vida ha hecho de su trabajo un medio de expresión de los sentimientos más arraigados del pueblo Caucano podría vivir en una reserva ecológica llamada el Sendero Mágico, en la vía que de Popayán conduce al departamento del Huila.
Y es que un verdadero sendero mágico ha sido el que ha llevado a Jafeth al encuentro de su particular estilo artístico, profundamente marcado por su interpretación de los elementos étnicos, sociales, políticos y religiosos que tan extrañamente se combinan en el departamento del Cauca, donde por siglos han convivido comunidades negras, indoamericanas, mestizas, pobres, ricas, campesinas, marginadas, heróicas, pero sobre todo unidas por el amor a esta tierra de maravillosa belleza natural.
Fue durante mi corta visita a las exposiciones de la Casa de la Cultura del Cauca en la pasada Semana Santa donde por fin pude conocer al autor de aquellos grabados y murales que siempre reconocí como autóctonos y donde siempre vi reflejados los sentimientos que un Caucano con dolor de pueblo como yo había desarrollado a través de los años al ver cómo podían existir tantos contrastes naturales y humanos en una extensión de tierra tan corta como mi patria chica.
En su exposición, titulada “Pueblos, Rostros y Miradas”, pude conversar con él, conocer a su hermosa hija, preguntarle acerca de sus motivaciones y orígenes de su estilo y confesarle mi gran admiración hacia su obra artística (con autógrafo incluido, claro). Jafeth, que ya supera el medio siglo de edad, es un tipo sencillo, que no sólo pinta la realidad cultural de la región, sino que la labra con su importante gestión comunitaria y su labor etnoeducativa.
Su trabajo es reconocido internacionalmente desde hace mucho tiempo y ha sido invitado a participar de varias exposiciones en Europa, donde con orgullo dejó algo del Cauca y Colombia en los murales que pintó en aquellas lejanas tierras. Pero Jafeth no dejó su principal trabajo allá, ése se encuentra aún en desarrollo, en su taller de la imagen Ikona, dónde se utilizan las artes visuales y el lenguaje gráfico como un medio expresión y difusión de mensajes que aporten a procesos culturales y sociales, tomando al arte no sólo como un servicio, sino como motivación y disfrute para las nuevas generaciones.
Entrevista
Abrigando Nuevos Amaneceres.
Entrevista con Jafeth Gómez – Fernando Torres M, Dimensión Educativa
¿Cómo fue que comenzaste a pintar?
Comencé con alfabetización, viendo las dificultades que tenía la gente en mi región, en La Mesa, Patía, alli trabajaba en una escuela y en las noches en la alfabetización de adultos, también en la organización de la comunidad, pero me di cuenta de las dificultades que tenía la gente para entender el mensaje pero también para expresarse. Eso me fue dando las pistas para ir pensando luego en la elaboración de materiales de apoyo para que la gente entendiera mas fácil lo que se les quería transmitir. Sentía desfases en los materiales que había en esa época para alfabetizar, por ejemplo en las cartillas de Acción Cultural Popular de Sutatenza, venían las imágenes del campesinado cundiboyasense, hombres con ruana y saco que nada tenían que ver con la gente del Patía. Esta inquietud la retomo y comienzo a dibujar figuras e imágenes que hacían parte del entorno social y cultural de mi región. Mucha gente aprendió a leer y a escribir, pero también comenzamos a utilizar metodologías diferentes. No solamente era el afán de aprender a leer y a escribir sino también queríamos que la gente reflexionara sobre su realidad, sobre las dificultades que vivían, sobre sus condiciones de vivienda, decíamos que había que “aprender a leer para escribir la historia”. Esto da pie para que comenzáramos a hacer materiales a partir de esta realidad del campesinado del Cauca. Ya por este tiempo empiezo a vincularme a la Sociedad Misionera de Belén SMB haciendo cursos, talleres y capacitaciones especialmente de carácter bíblico y formación pastoral. Siempre había tenido muchas contrariedades con la iglesia pero estos misioneros llegan con un mensaje diferente, que no conocía. Me fui enamorando de un Jesús liberador, amigo de los pobres, mensaje que tiene mucho que ver con mis ilusiones respecto a una nueva sociedad. Es así como voy uniendo mi trabajo de alfabetización, el trabajo con los niños y la comunidad y comienzo a integrarme al proyecto evangelizador de la SMB en la región.
Estas intuiciones y opciones por la educación popular y por la teología de la liberación que estuvieron desde el comienzo de tu obra ¿cómo se fueron enriqueciendo en los desarrollos posteriores?
En estas búsquedas me di cuenta que los campesinos avanzaban con cierta lentitud respecto a lo que quería lograr, no así los jóvenes, entonces comienzo a trabajar con la juventud. Eso me da mejor resultado. La vitalidad, el dinamismo, las búsquedas de los jóvenes me llevan a comprometerme con el trabajo juvenil. Esto me da una proyección no sólo local, sino también regional y nacional. No es un trabajo individual sino de equipo, mucho más consolidado con los jóvenes. Con este equipo hicimos unas cartillas de alfabetización liberadora con la metodología de Paulo Freire. Ahí comienzan a nacer y a publicarse los primeros dibujos, con las cartillas y con el boletín “El Trochero Pastoral” de la SMB, en 1978. Recuerdo que en el Trochero realicé una historieta con un personaje que se llamaba “Silvestre”, era un campesino que quería enseñarle a la gente a mejorar sus condiciones de vida, era una historia que narraba diversas situaciones de la comunidad, la cual mantuvimos y publicamos alrededor de tres años.
Silvestre está ubicado en el mundo campesino pero tu eras un joven y trabajabas en un proyecto juvenil ¿querías que Silvestre entrara al ritmo de los jóvenes?
Silvestre está dirigido al mundo campesino pero elaborado con ojos juveniles, era un joven campesino que se preocupaba, que enseñaba, que encarnaba las inquietudes juveniles.
¿Silvestre era vos?
Eran mis ideas de cambio que las proyectaba en ese personaje. Tampoco eran sólo mis ideas sino también la de los otros jóvenes. En esa época, ellos se fueron convirtiendo en mis grandes amigos, que siguen siéndolo hasta ahora, siguen luchando y siguen convencidos de este proyecto político. Eran los tiempos que nos iluminaba la revolución nicaragüense. Estábamos pendientes de lo que pasaba en Nicaragua. Teníamos la firme convicción que el siguiente turno revolucionario era el nuestro, en Colombia, eso nos hacía trasnochar, nos hacía caminar de vereda en vereda, nos hacía cantar las canciones de la Misa Nicaragüense y otros cantos centroamericanos, nos hacía reunir para trabajar juntos. Teníamos una cooperativa, hacíamos cultivos comunitarios, participábamos en la recuperación de tierras, etc. También sacábamos un periódico juvenil que se llamaba “El Sembrador”, eso sí con muchas dificultades, pasábamos noches enteras haciendo ese trabajo, era demasiado extenuante, teníamos que pensar cómo le íbamos a pedir la máquina de escribir al padre, que era el único que tenía una máquina de escribir buena, nos inventábamos cuentos porque él no se podía enterar qué era lo que íbamos a escribir, si se enteraba no nos la iba a prestar, a él no le gustaba mucho lo que nosotros hacíamos, incluso nos desafiaba, nos decía que éramos comunistas revolucionarios y por lo tanto que éramos enemigos de la iglesia. Siempre había una pelea con él pero nosotros lo entendíamos porque él venía expulsado de la China comunista. Silvestre sigue su camino acompañando a los Delegados de la Palabra que eran comprometidos pero que no andaban al ritmo que queríamos nosotros, entonces “El Sembrador” era otra manera para decirles a ellos, mire las cosas se pueden cambiar, podemos construir otro mundo diferente, pero para eso tenemos que acelerar un poco el paso. Desafortunadamente El Sembrador no duro mucho tiempo pero fue una buena experiencia.
Podemos decir que “El Trochero Pastoral”, las cartillas de alfabetización y el periódico “El Sembrador ¿fue tu primera escuela?
Por lo menos fue un hito bien grande en esta primera etapa. Ahí los dibujos eran bien simples. Creo que esa simplicidad no la he perdido. Tenía esos elementos de identidad cultural, de la espiritualidad comprometida. Eso no ha cambiado en esencia. Cambian en su presentación. Luego vino una época que era demasiado narrativo, pretendía decirlo todo a través del dibujo, contar todo lo que veía hasta el mínimo detalle. A eso lo llamamos “láminas didácticas” en esa época. Era muy interesante porque sobre esas láminas la gente comenzaba a hablar sobre su realidad, encontraba parecidos y diferencias. Eran conversaciones largas, a veces de un día o una mañana sobre una misma lámina. De alguna manera esto estaba representado en el “Vía crucis campesino” de 1985. Hubo gente que en todo un taller sólo alcanzaba a trabajar una o dos láminas del Vía crucis y nada más, eran bastantes cargadas de cosas muy interesantes que después voy cambiando poco a poco por otras formas de decir las cosas hasta terminar en lo que estoy haciendo hoy. En esta primera etapa era muy fuerte la denuncia de situaciones desgarradoras, del dolor, de la injusticia, muchas veces se decían con nombres propios. Esto lo voy dejando poco a poco, no porque la realidad haya cambiado, ni porque no me interese, sino porque hay mucha saturación de esa información que está en los noticieros, en los periódicos, a toda hora estamos hablando de violencia y de agresión y esa realidad abrumadora terminaba por apagar nuestras ganas de luchar, entonces era necesario hablar de la esperanza.
Bien, todo esto corresponde a la década del 0chenta, tiempo de militancia, bastante politización, de activismo… esto lo vemos muy bien en tu producción de esta década tan cargada de fuerza política… Pero entrando a la década de los noventa… la revolución nicaragüense tiene un enorme traspiés y aquello toma otro rumbo, también caen las repúblicas socialistas europeas y la Unión Soviética… hay un viraje… Entramos a una década en donde aquella inminente revolución colombiana que vendría después de la nicaragüense se pierde, se distancia en el horizonte… ¿cómo expresas este nuevo momento en tu obra?
En el 92 hago un par de trabajos que son muy interesantes, uno es un afiche que se llamó “Los 500 años de invasión” que comparaba los diferentes momentos de la historia latinoamericana con la historia del pueblo de Israel y un Tupac Amarú que se levanta y resucita en medio de toda esa representación. También hice otra serie de dibujos sobre la invasión con la que participe en una gira por Suecia y Alemania en compañía de otras tres personas: un pintor y una maestra indígenas y un escultor bogotano. Fueron obras que cerraron la etapa de denuncia narrativa. Después hay una serie de acontecimientos. Por esta época se acabó “El Trochero Pastoral” y el equipo de trabajo, hay una crisis en el movimiento de la “Iglesia de los pobres”, es un tiempo de rupturas fuertes. Me voy quedando solo y entonces busco otros amigos y otros espacios donde pueda encontrarme con mi propia propuesta, siento que es el momento de construir lo mío. En el 94 voy elaborando una propuesta en donde están presentes varios elementos de la identidad de nuestro pueblo, sobre todo la parte indígena. Comienzo a trabajar una serie de dibujos que después la llamo la serie de “Los Abrazos”. A partir de ahí dejo respirar mi espíritu libremente, dibujo lo que siento, lo que percibo. No era como antes que dibujaba lo que me pedían porque era parte de un equipo y lo que hacia no era solamente lo mío. Ahora me siento solo, siento que de alguna manera tengo que seguir sin estar ligado a ningún equipo de trabajo como era antes.
En la década del 0chenta era prioritaria la denuncia y los sentimientos, el mundo subjetivo estaba relegado a un segundo o tercer plano… así la “propuesta personal” difícilmente podría expresarse… pero ahora llega un momento muy interesante, esta “soledad creativa” que me parece indispensable para construir de una manera más consistente tu propuesta personal. Me parece muy necesaria esta soledad para que tu pudieras construir lo tuyo…
Sí, en esta época además comienzo a dejar a mis antiguos amigos y compañeros de trabajo que eran las comunidades de base y los equipos misioneros, no los pierdo porque los mantengo hasta hoy, pero antes era muy estrecha la relación con la SMB, con la Arquidiócesis de Popayán, con los agentes pastorales en ese entonces… pero en los 90 busco otros amigos, me encuentro con artistas, con la gente de la Fundación Pintap Mawá que en lengua indígena significa “pintar todo el día”, era gente que acababa de salir de la universidad, me identifico muy bien con ellos y empezamos a trabajar juntos en el taller, realizamos 10 versiones (una cada año) de el Salón Septiembre de Artes Visuales que inicialmente era solo para artistas caucanos pero al final tenia ya proyección nacional. Acompañábamos y asesorábamos a comunidades indígenas y campesinas en proyectos artísticos, educativos y culturales. Mi experiencia cristiana ya no la evidencio tanto en este grupo. No pierdo la relación con las CEBs pero desparece la fuerza que había en la década anterior.
Me imagino Jafeth que comienzas a identificarte con este grupo porque también tu has comenzado a identificarte como artista… no llegas a este grupo de artistas identificándote como un catequista….
Si, este tipo de cosas las he venido aprendiendo a manejar, hay gente que no comulga con la fe, tampoco me interesa convertirlos, me interesa una experiencia de formación diferente, unirnos en lo que nos es común, asuntos de nuestra vida personal los dejábamos cada uno por su lado a su manera. Esto me daba unos elementos buenos para ir fortaleciendo la identidad cultural y las búsquedas etnográficas. Comienzo, sin proponérmelo, a adquirir conocimientos técnicos y conceptuales a cerca de arte. Estos jóvenes venían de una formación académica y tenían muchas críticas a la universidad. Cuando les dije que quería estudiar artes como ellos, porque me sentía incómodo con toda esa mano de maestros del arte, y yo un autodidacta, entonces la respuesta de ellos fue que ni me fuera a meter ahí porque me “dañaban”, que lo que estaba haciendo era muy bueno y que no me preocupara por la técnica porque con ellos podía aprender lo que me faltaba. Decían que ellos se pasaron mas de seis años “aprendiendo” en la universidad y otros tantos les tocaba emplear para empezar a “desaprender”. Ellos querían encontrar su propio camino. Me recomendaron entonces que no hiciera esa capacitación formal, que mejor cuando pudiera participara en los cursos de extensión de universidad y aprendiera diversas técnicas con ellos mismos en el taller. Ellos valoraban muchas cosas mías, no dibujaban como yo dibujaba, pero conocían otras técnicas que me enseñaron. Fue una etapa muy rica de aprendizaje. Eso me dio muchos elementos para ir construyendo mi propia propuesta que para años posteriores los fui retomando por ejemplo en la serie de “Los Abrazos”, comienzo a trabajar la idea de hacer pintura, no tanto el dibujo como antes. Era una nueva etapa mucho más rica en la producción pictórica, en la obra de arte como tal, no tanto como la ilustración, que era la época anterior…
Fíjate Jafeth cómo vives este rico encuentro con el saber artístico académico, como te da unos aportes que son muy necesarios y que te ayudaron mucho. Cómo, sin perder lo tuyo, tus intuiciones, tu línea de producción, sin perder esto, a la vez vas enriqueciéndote con lo que te aportaban estos talleres de la universidad. Estás en el meollo de la discusión de la educación popular de la década de los noventa, la discusión pedagógica sobre el diálogo de los saberes, el saber popular y el saber académico, cómo construir un puente en el cual ninguno devore al otro, sino que el encuentro produce una novedad, un nuevo saber que beneficie tanto al uno como al otro… Me parece que tu viviste esto profundamente sin saber que eso mismo hacía parte, a otro nivel, de una enorme discusión teórica en las ciencias sociales latinoamericanas… Esta discusión nos permitió superar la crisis de los paradigmas y abrir caminos a una producción mucho más original…
Sí, yo creo que nosotros lo experimentamos así, además había un gran respeto por lo que cada uno hacía, de alguna manera cada uno tenía su propuesta artística, algunos eran más conceptuales, otros más de la promoción cultural, yo encarnaba de alguna manera la propuesta de la educación popular y así pudimos integrarnos a tal punto que hacíamos equipo para ir a trabajar a las comunidades indígenas y campesinas, también vinculándonos en proyectos de recuperación cultural que estudiantes y profesores de la Universidad del Cauca desarrollaban en comunidades indígenas de el resguardo de Totoró. Eran los inicios de lo que mas tarde se constituyó en la facultad de Etnoeducacion. Creo que esa experiencia influyó bastante en los aspectos de carácter étnico que hoy prevalecen en mi obra.
Aprendí a sintetizar, a no tratar de decirlo todo, a encontrar otros elementos que están muy presentes en lo que hoy hago, por ejemplo mucha simbología, mucho interés por rescatar nuestros propios valores, el aspecto del mestizaje, eso que más nos caracteriza como pueblo colombiano y latinoamericano.
Ahí aparece la serie “Abrazos”. Cuando conocimos esta serie inmediatamente percibimos que aquí había algo nuevo, una ruptura. Dijimos “este es un nuevo Jafeth”, qué pasó acá. Algo nuevo que contrasta con todo lo que conocíamos de vos. Es un irrupción bastante contrastante. ¿Cómo surge “Abrazos”? ¿Cuál es la fuente inspiradora? ¿Qué te llevó a producir “Abrazos”?
Creo que en el fondo era la idea de producir una obra a lo que realmente quería llegar. Antes hacía dibujos consensuados en equipo, pero “Abrazos” surge como una síntesis de lo sencillo y lo profundo pero también al hecho de sentirme libre y solo a la vez. También ya estaba cansado de la denuncia, viendo que cada vez proliferaba más las informaciones sobre el dolor y la violencia, me decía que debe haber otra propuesta, otra forma de mirar las cosas, pensé que esa serie podía mostrar más desde adentro lo que somos nosotros, pensaba en la ternura, en los afectos, en la gente que de alguna manera llega a la violencia porque en su hogar nunca recibieron afecto, entonces somos parte de una sociedad agresiva que necesitaba confrontarse con otra realidad, es lo que ofrece “Abrazos”, hablar más desde el corazón. Antes buscábamos cómo llegarle más al cerebro, a la razón de la gente. Con esta serie busco llegar al corazón, recuperar el abrazo. Es que el abrazo había estado censurado, es que puedes abrazar a la novia, a la mamá, pero abrazar a un amigo no era muy común y era mal visto. Fuimos planteando esta cuestión, es que puedo abrazar a mi amigo o a mi amiga en cualquier lugar público y eso no tiene porqué ser motivo de censura o de crítica, igual yo le puedo expresar mi afecto y mi amor sin que eso signifique una especial relación sentimental, pues de alguna manera somos sentimiento, somos corazón y tenemos que expresarlo. Fue muy significativo que durante más de cuatro horas estuviéramos conversando sobre el tema de los afectos con las personas que estuvieron cuando inauguramos la exposición de “Los Abrazos”. Al final todos valoran la propuesta, es que eso nos pasa, estábamos perdiendo nuestro derecho a abrazarnos, a expresarnos el cariño entre seres humanos.
Es una veta que comenzamos a descubrir que sin duda nos ha enriquecido enormemente para continuar en nuestras propuestas de sociedad, de vida humana. Expresión también del momento que estábamos viviendo, del re-encuentro con nuestra realidad afectiva. Claramente lo vimos con “Los Abrazos”. Una crisis que nos permitió descubrir nuevas fuentes de la esperanza. Por esta misma época Paulo Freire escribe su “Pedagogía de la esperanza”, Galeano su “Libro de los abrazos”, Maturana propone una epistemología a partir de la biología y de la emoción, la irrupción de la producción teórica del feminismo… Vamos viviendo un cambio de época, un giro en los paradigmas… Es un nuevo momento que también lo vemos en tus primeras pinturas…
Después viene una primera serie de pintura. Dejo atrás la simbología de los pies descalzos, que para mí significaba sencillez y transparencia, y la simbología de los remiendos en la ropa, que era parte de la identidad campesina del Cauca y del Nariño que mostraba también su humildad y su marginación. Retomo símbolos como el sol, la paloma, la flor. Se mantienen unas simbologías pero se van creando otras. Cuando me voy distanciando de una experiencia de carácter pastoral, cuando voy trabajando solo, exploro por los lados de la nueva era, me meto mucho en las comunidades indígenas, entonces comienzo a ver que hay otras formas y expresiones de la espiritualidad que no niega lo cristiano mas bien lo enriquece con otros aportes. Así surge la serie “Hijos del Sol, Hijos de la Luz”, ahí se evidencia la mirada hacia lo infinito, hacia el más allá, son los rostros levantados, que hay que levantar la cabeza y no continuar agachados, pero también es la búsqueda de lo trascendental. Con todo lo que he recorrido sigo convencido de la dimensión espiritual y trascendente del ser humano. Para mí algunas cosas siguen siendo verdad pero voy descartando otras. Hoy para mí a Dios no lo encuentro en el templo sino que lo voy encontrando en mi vida cotidiana, en las personas, en la naturaleza, comienzo a entender que no necesito intermediarios para comunicarme con El, sin negar la importancia, claro, de la religión, del culto, del rito, del sacerdote o del chamán pero cuando ciertas practicas solo son apariencia y a veces negocio ya no tiene sentido continuar haciéndolas. Siento a un Jesús cercano, amigo y hasta cómplice y rechazo la iconografía del sufrimiento que ha hecho tanto daño a nuestra gente a quienes les enseñaron a ver un cristo muerto, sangrante y humillado. A partir de la serie “Hijos del Sol, Hijos de la Luz” comienzo a retomar elementos de cosmovisiones ancestrales andinas, de los dioses desplazados, del Inti, de la luz… durante un tiempo la obra la tuve guardada pero en el 98 me invitaron a Europa y la llevo a Suiza y Alemania y allí la presento. Gustó muchísimo. Estaba bien terminadita, era muy bonita, con un carácter muy espiritual. Posteriormente pinté “Mujeres de Tierra”, que fue reconocer y evidenciar elementos femeninos contenidos en la producción artística. La intención no era en si destacar el género en si, sino mas bien mostrar algunos elementos que curiosamente se repiten y que descubro en ellos la relación maternal de la creación, la afectividad, la ternura, la fecundación, la germinación, las semillas y se van concretando en figuras de mujeres, en pachamamas que se funden estrechamente con la tierra. Es una vinculación más directa con la tierra. La germinación necesita del sol, de la luz, del calor, tal vez debe ser el aspecto masculino. Esto no lo hago de una forma racional. Lo voy haciendo, voy encontrando una explicación en la medida que lo voy haciendo. Pienso que no es tan arbitrario, sobre todo porque en esas cercanías con el elemento femenino vuelven los elementos de la ternura, de los afectos, las visiones idealistas, todo eso que nos permite soñar nuevos modelos de vida y abrigar utopías…
Aquí Jafeth estamos encontrándonos con una perspectiva bastante honda, este retorno del corazón a través de “Los Abrazos”, este encuentro con las raíces étnicas culturales en “Los Hijos del sol, hijos de la luz”, esta sensibilidad al principio femenino de la vida en “Mujeres de tierra”… cómo todo esto tiene continuidad con lo que se viene a partir del 2000… Ahí vamos viendo una expresión más tuya, más madura, más sólida… tu mismo ahora eres más artista… Del 2000 para acá ¿qué es lo que has venido desarrollando como intuición fundamental?
Creo que definitivamente que el contexto social tiene mucho que ver en la obra. El Cauca tiene en las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas un alto grado de autonomía con muchos elementos propios, con costumbres, tradiciones, lenguas vivas. También hay una serie de inconformidades, de luchas contra la marginación histórica, con rezagos de la colonia. Los indígenas han venido construyendo una propuesta de sociedad más equilibrada en la recuperación de sus derechos a la tierra, a la cultura, a la seguridad social. Surge ahí, en el trasfondo de todo eso una serie que habla de una semilla, que tiene mucho que ver con la mayoría de la población caucana que es rural, muy cercana a la semilla, a la tierra, a la germinación… surge la idea de trabajar la semilla, no desde lo biológico solamente, sino la semilla como germen de nuevas sociedades, el germen que va creciendo y que en un día va a dar los frutos, que para esa germinación se requiere otros elementos, el cuidado, la protección, el riesgo, el sacrificio. Surge entonces el “Canto a la semilla”, obra que más ha recogido el sentimiento de la caucanidad.
Ahí también hay una intencionalidad política, coherente con un momento político bastante álgido, el Cauca comienza a tener incidencia política a nivel nacional… algo nuevo está naciendo allí…. O como ustedes mismos dicen: “algo se cocina en el Macizo”…Es lo que percibimos aquí en Bogotá, cuando aparece esta serie, decimos que tiene mucho que ver con lo que se está cocinando en el Cauca…
El Cauca ha venido trabajando desde hace mucho tiempo desde la resistencia de las comunidades indígenas y de los campesinos. El proceso del Macizo viene trabajándose desde propuestas sólidas de organización social, la conservación ambiental, la soberanía alimentaria, la cultura, asimismo las organizaciones indígenas defienden su autonomía, su cultura, sus derechos, sus autoridades legitimas y todos ellos reclaman el cumplimiento de acuerdos que han sido incumplidos tradicionalmente por los gobiernos y eso a generado una inconformidad que se ha expresado en confrontaciones y movilizaciones masivas y en donde se ha manifestado la capacidad de organización, lucha y disciplina.
Alrededor de todo esto han surgido expresiones artísticas que manifiestan ese sentimiento y ese caminar caucano de rebeldía e inconformidad, desobediencia y que algunos cuentan, otros cantan y algunos pintamos.
Esta germinación que expresas con el “Canto a la semilla” es germinación de un nuevo momento, germinación de una nueva propuesta, germinación de sueños y utopías, de una nueva visión que vamos construyendo después de la década del Noventa…un simbolismo riquísimo y profundo que nos coloca nuevamente en un ambiente de esperanza…
Se percibe mucho en las marchas y movilizaciones. No son eventos aislados. Son procesos comunitarios sólidos. A pesar que se perciba ciertos liderazgos personales, en el fondo hay un liderazgo comunitario. Hasta el más humilde de los marchantes tiene muy claro lo que está pasando y porqué está marchando. Las mujeres, los ancianos, los niños, los jóvenes saben a qué van. Nadie está obligado a marchar. Tienen muy claro porqué se lucha contra el TLC o contra los transgénicos. Es otra forma de liderazgo desde abajo. Eso se representa también en la organización indígena. La gente no toma decisiones sola, las decisiones se toman por consenso. Cuando salen a una marcha es porque todos están de acuerdo.
Esta muy grande fuerza simbólica de la germinación de la semilla, como también el simbolismo del huevo que usaste en la serie del “Jubileo”, como esta tan impactante que irrumpe con la fuerza de la minga…. Irrumpir simbólico que se necesitaba a nivel de las luchas sociales-políticas, de la resignificación de la esperanza… ¿está tu pintura afirmando esta nueva propuesta en esta nueva época? ¿qué es lo que estás proponiendo ahí? ¿lo tienes tan claro como los marchantes?
El lenguaje, las manifestaciones, las diferentes expresiones nos van dando asi una concepción nueva que poco a poco se le va dando forma al calor de la conversa y la observación. El concepto de minga nos marca de alguna manera positiva a todos. Es un buen ejemplo para hablar del sentido comunitario. Cuando la gente habla de la minga, es un espacio de compartir, solidario, es un espacio cultural. En la minga está el trabajo, la comida, la música… una serie de elementos que se amplían en la medida en que se desarrollan los hechos sociales. Las grandes movilizaciones son grandes mingas también… Yo me dejo influenciar porque participo ahí, lo represento porque lo evidencio, lo vivo, lo asumo como cosa mía y de todos, no es algo que surge ajeno. Mi trabajo no está afuera de la comunidad. Yo participo de alguna manera en estos procesos. No soy el artista que ve los acontecimientos desde un estudio o desde un balcón. No. Yo estoy dentro y me dejo impregnar por el cansancio, por el sudor, por las lágrimas, por el esfuerzo de la minga… Hay que estar ahí dentro para tener la autoridad suficiente para decir pinto esto o aquello.
Por ahí podemos ir entrando en las expresiones para abrigar nuevos amaneceres… ¿Qué es abrigar nuevos amaneceres?
Yo creo que seguimos apostándole a la esperanza. Los nuevos amaneceres los traduciría en un hecho crítico como construcción de eso nuevo que siempre hemos anhelado… no nos resignamos a aceptar este presente excluyente, represivo… Seguimos apostándole a una sociedad distinta, justa, equilibrada, solidaria y fraterna, soñamos y trabajamos en la búsqueda de ese mundo mejor que nos merecemos … no sé el nombre, no sé cómo será, pero si pienso que debe ser un futuro justo, donde tengamos los derechos garantizados y podamos expresarnos libremente, algo muy distinto a lo que estamos viviendo ahora. Entonces esos amaneceres los percibimos de alguna manera en nuestras propuestas que se vienen germinando, especialmente en el Cauca tan lleno de síntomas de esos nuevos amaneceres. Cuando hablamos de amaneceres es porque todavía hay oscuridad, la actual sociedad. Percibimos que ya hay algunos rayos de ese día nuevo que anhelamos. Hablo de esta propuesta a través de simbologías, a través de colores. No pretendo decir tanto sino dejar que la gente se deje impregnar de esta propuesta, que llegue mucho más al corazón. Pienso que nos hace falta trabajar mucho la parte esa de asumir más desde los sentimientos que desde la misma razón, creo que muchas cosas de lo que está pasando y de lo que queremos las podemos expresar a través de cosas simples. Son rostros, son miradas que hablan de ese sueño y que invitan a esas búsquedas de esos nuevos amaneceres. Es una propuesta que no puede construirse aisladamente. Es una propuesta que habla mucho de la identidad. Cuando hablamos de la identidad es para autoreconocernos. Si nosotros no nos reconocemos como lo que somos como pueblo pues ya no somos solo negros, o solo indígenas… ahora somos una mezcla de todo, un pueblo mestizo… en este mestizaje tenemos que aprender a valorarnos, a querernos, a reconocer lo propio, lo que es nuestro… si no lo hacemos cada día estaremos más lejos de ese propósito…si nosotros nos reconocemos en lo propio, en lo autóctono, en las propuestas alternativas, creo que le estamos apostando a esos nuevos amaneceres…
¿Y requieren ser abrigados?
Yo creo que sí. Una semilla para que crezca tiene que tener el abrigo. En este caso significaría varias cosas, por ejemplo, en la parte afectiva. Una sociedad diferente la tenemos que construir con mucho afecto, con mucha ternura, con mucha cercanía al corazón. Ya nos hemos dado cuenta que muchas sociedades que han hecho propuestas solo desde lo material no van muy lejos… el bienestar económico no asegura una sociedad mejor… cuanta gente en los países del primer mundo, “teniéndolo todo”, viven en una soledad muy grande… allí muere mucha gente por suicidio. Queremos estar mejores, vivir en plenitud a partir de nuestras diferentes relaciones, ahí es donde juega un papel muy grande la ternura, la esperanza, y cargarnos de nuevos valores, porque lo que está proponiendo esta sociedad no nos lleva muy lejos, así haya avances económicos, haya desarrollo… eso no es lo que nos va a llevar a ser diferentes. Lo diferente lo llevamos dentro de nuestro corazón y la forma como nos relacionemos con los demás.
¿Qué es lo que tiene el arte para que pueda ayudar a abrigar?
El arte nos invita a la libertad. El arte nos impulsa a expresar nuestra libertad pero también hay cierta magia, cierta búsqueda extraña que nos convoca. Una tertulia artística por ejemplo, no es una reunión política… es un ambiente diferente, hay alegría, esperanza, curiosidad, abrazos… creo que en una reunión política no se viven estas expresiones con tanta profundidad, así sean reuniones de carácter alternativo… El arte da mucho lugar a la fantasía, a los ideales, a soñar… el derecho a soñar no nos lo pueden quitar… nosotros como artistas tenemos el derecho de caminar guiados por la utopía…. Si perdemos esto lo perdemos todo. Creo que este es un espacio que convoca por eso, porque allí no tenemos una plataforma política, que sin negarle importancia a eso, el arte es un espacio para soñar, un espacio para idealistas. Siempre ha sido así… si todo viene de la razón, a veces esa misma lógica nos impide avanzar, nos inmoviliza porque a veces encontramos los pros y los contras y calculamos tanto que nos inmovilizamos… creo que es dejar volar la imaginación, por eso es que la gente con el arte se siente motivada, se siente a gusto con esa posibilidad de soñar.
¿Cómo podemos entender este nuevo sentir?
Esto quisiera que profundizáramos un poco más. Que nos de la posibilidad de sentirnos identificados dentro de esta propuesta de la teoartística. Desde hace rato he venido manifestando que no podemos vivir nuestra espiritualidad desde los esquemas europeos, o desde lo bíblico solamente. Aquí tenemos retazos de otras espiritualidades que aunque hayan sido desplazadas aun perviven y se mezclan de diversas maneras dándole a nuestras expresiones ricos matices que nos constituyen como un pueblo diverso.
Entonces debemos propiciar un ambiente ecuménico muy amplio en donde además de la visión cristiana tengan presencia las ricas cosmovisiones de origen africanas y amerindias con sus prácticas, cultos y ritos diversos… cómo hacemos para que estas visiones confluyan en una sola mas amplia y diversa pero sin perder su identidad… el mestizaje no tiene porqué ser solamente en términos de sangre o solamente de carácter biológico, sino también un mestizaje de espiritualidades…. Cómo hacer que nos sintamos, a partir de las diversidades, identificados en una espiritualidad común… aquí viene mi inquietud si el término teoartística es suficientemente amplio para recoger todo esto o tenemos que ampliarlo un poco más de alguna manera no solamente en términos de la práctica sino también en términos conceptuales, cómo entendemos este proceso para que quepa mucha gente ahí y no se sienta excluida por ser de una expresión religiosa diferente a la nuestra, a la visión cristiana. Cómo dejamos que otra gente con otras visiones religiosas entren y nos enriquezcan, creo que tenemos que trabajar mucho esta perspectiva del mestizaje de espiritualidades, otros lo llamarán con un término más técnico, quizá diálogo inter-religioso…
Entonces ahí vemos Jafeth cómo es de importante que la teoartística esté ligada a la minga, creo que esa intuición es muy valiosa, no solamente nos permite un horizonte suficientemente ancho para dar cabida a mucha gente, sino que también nos permite una mediación…. cómo hacerlo…
Es que nosotros no podemos rescatar una cosa y dejar otra de lado. En nuestros pueblos, y todos tenemos una experiencia de carácter religiosa o espiritual. Alguna gente trata de desligar este tipo de cosas. Cuando los mingueros de una comunidad indígena van a trabajar en la huerta ahí hay un ritual para pedirle permiso, así que el trabajo no sea ajeno a la Pachamama, hay una ofrenda… eso nos muestra allí una espiritualidad, y no podemos negar esa parte, no solamente un acto de solidaridad o de trabajo… si perdemos esa dimensión creo que de alguna manera perdemos la dimensión integral de la minga. Creo que entre todos los grupos de la teoartística, guardando sus propias características, tienen muchas cosas en común. Trabajar sobre esas cosas que hay en común es lo que nos va a permitir ir construyendo más fuertemente ese mestizaje de espiritualidades. Es lo que de alguna manera tenemos que defender y propiciar.
Bueno Jafeth, quedamos a la expectativa de tus próximas obras en esta línea de los mestizajes de espiritualidades para seguir abrigando nuevos amaneceres.
Bogotá, 3 de junio de 2006